lunes, 25 de mayo de 2009

Viceversa

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
O sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
El que quiera recordar más poemas de Benedetti, puede escuchadlos de su propia voz. Decanse en paz

domingo, 3 de mayo de 2009

Mar Muerto

¡Cuántas veces sabiendo
que eras tú, yo caía
en tu misma sonrisa,
mar abierta, mar plana,
estival, pez, sacando
tus palabras conmigo!
¡Qué nadar! Tú no sabes
que ese mar tan arriba
es ya cielo, y que el aire
me sostiene tan líquido,
tan cristal, que yo en él
por tus ojos tan verdes
afilado me pierdo.
¡Qué nadar! Algas, vivas
indecisas miradas.
¡Agua mía, si helada,
aguzándome siempre!
¿No te clavo? ¿No sientes
que un trayecto, una herida
—¡qué lanzada!— en tu pecho,
agua verde, te dejo?
Con justeza te hiendo,
agua suya, y palpitas,
en tu pecho, mar grande,
en tu carne clavado.
Sin sangrar. Las espumas
te resbalan, qué piel,
qué agonía, y me guardas
en tu inmenso destino,
oh pasión, oh mar cárdeno.
Surto. Cesa tu aliento,
desfalleces, mar último,
y te olvidas de todo
para ser, sólo estar.
¡Y qué muerto! Tu verde
tan profundo, reposa
hasta el lento horizonte,
que te cierra parado.
En la orilla te miro,
oh cadáver, mar mío,
y te peso despacio
en tu carne, y mis labios
alzo fríos y secos.

sábado, 2 de mayo de 2009

A tí niño marinero

El sol se había marchado aquella tarde
y tu llegabas trayendo la luna entre tus manos.
Atentamente observabas el mundo
que tanto se alegraba de tu dulce llanto.

Se oía el murmullo del mar agitado
golpeando las rocas con sus olas bravas,
mientras el viento azotaba los barcos,
que despacio soltaban anclas.
Las aves y los peces despertaron,
pues el niño de agua, por fin había llegado.

Las estrellas que seguían calladas,
se encendieron de madrugada para iluminar tu cuna.
Al ver tu cara, distraída y sosegada,
de alegría lloraron,
y para nunca dejar de mimarte
contigo se quedaron

Elegiste para nacer la primavera,
como cual flor blanca y bella.
Yo no estaba, no te conocía,
pero ya te anhelaba.
Un favor le pedí al Guadiana
cuando el río pasó a mi lado,
muéstrame su rostro en tus aguas
para que yo ya pueda amarlo.

Pero valiente marinero,
con alma de niño y sonrisa de fuego,
fue el mar el que quiso que yo te conociese.
Una barca me trajo tu foto
y en ella ví brillar tus ojos.
Una gaviota me susurró tu nombre
que yo ya conocía.

Es en el mar donde siempre te he visto jugar.
Es en el mar donde siempre te veo feliz,
como feliz te veo hoy
vestido de blanco y luz,
luciendo uniforme de marinero.

viernes, 1 de mayo de 2009

Niego a veces tantas verdades

Quién podrá perdonar a un maestro que enseña a leer.
Quién tiene la fuerza para destruir los átomos invisibles de tu belleza.
He aprendido a saborear alambres y luego tragarlos,
a domesticar los pájaros atroces de tu sueño,
pero no puedo olvidarte.


Quién podrá perdonar a un ciego que vuelve a ver.
Quién sufre el rencor de los continentes olvidados de tu gracia.
Soy la decepcion y el hábito del desastre,
incapaz de calmar las profundidades del mundo,
y de ser sincero para amarte.